lunes, 23 de marzo de 2009

¿QUÉ DIRÍA DARWIN SOBRE EL ALTRUISMO?

2009: Año Europeo de la Creatividad y la Innovación. También se celebra el Año Darwin (bicentenerio del nacimiento).

Según se mire, la creatividad aparece como respuesta “desesperada” ante una situación de excepcional desadaptación y desajuste. Selección.
Cabría decir también que toda innovación es algo así como el improbable salto evolutivo que procede de lo que ya es.
Asociar la Creatividad y la Innovación con Darwin tiene su sentido.

Uno de los problemas empíricos que cuestionan el énfasis darwiniano en la supervivencia competitiva de los individuos, que se define en términos de la lucha de un organismo dado por su éxito reproductivo individual, ha sido desde siempre la explicación del altruismo, sea en el sentido de un comportamiento colaborador, o como acto de sacrificio abnegado. Hay muchos ejemplos, no solo entre los seres humanos, sino también de otras especies, de individuos que se exponen a peligros para salvar a otros.

¿Por qué se rechaza la cooperación como principio operativo (considerado este como uno de los 25 problemas para el siglo XXI, E. Pennisi, Science 309, 93 (2005)) y por qué no se considera el altruismo y la compasión como posibles rasgos del desarrollo de los seres vivos?
Decía el Dalai Lama en el libro "El Universo en un solo átomo", que la idea de la “supervivencia del mejor dotado” se ha utilizado de forma aviesa para perdonar y, en algunos casos, para justificar los excesos de codicia e individualismo humanos y para dejar de lado los modelos éticos de relación con nuestros semejantes, en un espíritu más compasivo.

Darwin fue un investigador extraordinario y su teoría de la evolución un acontecimiento para la ciencia sin discusión.
Doscientos años después lo celebramos por ello, pero no debemos dejar que nos limite.

martes, 10 de marzo de 2009

LA CONDICIÓN HUMANA

Según Hobbes, el “hombre es un lobo para los otros hombres”. Sostiene que lo que de verdad le mueve es su miedo y su egoísmo. Locke también reconoce que los hombres no observan estrictamente los mandatos de la equidad y la justicia. A mí me gusta tomar la posición de Hobbes a la hora de buscar respuesta a la difícil pregunta: ¿el ser humano es bueno o malo por naturaleza?

La semana pasada fue difícil para mí. Me ha llegado que ciertos comentarios míos no han sentado bien a personas relevantes de mi Universidad. A lo mejor, lo que me cuentan no es del todo cierto. No obstante, es verdad que hay personas que se molestan por algunas de mis opiniones y de mis acciones.

Siempre he sido especialmente crítico con aquellos que ostentan cargos públicos de responsabilidad. Considero que tienen una misión muy importante y deben, por eso, ser modelos a seguir. Pero me doy cuenta que al cabo de un cierto tiempo, y aunque sus intenciones fueron buenas, se van desligando del proyecto de interés común por el que han sido llamados a trabajar y van optando por decisiones siempre algo beneficiosas personal o profesionalmente. En este proceso, unos se sienten tentados por la facilidad de la apropiación indebida; otros son vanidosos y tienen una contínua necesidad de alardear de su posición (se encuentran en el nivel motivacional que Maslow definía como de la necesidad de valoración o reconocimiento social). Por eso, cuando alguien hace una crítica constructiva o hace una propuesta, suelen tomarlo como una amenaza a su posición; y cuando se equivocan, no asumen la responsabilidad, sino que la desvían injustamente hacia un tercero ausente.

Creo en la fertilidad de lo distinto. Las diferencias, sean de opiniones o de gustos, tornan fértiles los espíritus. Además, el respeto por ellas nos hace más grandes, pues como decía Voltaire en una carta al abad Le Riche en 1770 (en una cita que he leído en no sé qué periódico): “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”. Llegados a este punto, aunque no respetes las opiniones, respeta, al menos, a quién opina.

Aquí predicamos mucho de eso, pero lo trabajamos poco. Bajo la concepción de Hobbes, la sociedad se transforma en el elemento fundamental de nuestra libertad. La protección que ésta ofrece nos permite vencer nuestro miedo animal, dejar de lado el recelo y ser, en definitiva, más bondadosos. Posiblemente sea cierto, pero la causa de todo esto es la falta de valores sólidos en nuestra sociedad. Vivimos sumidos en una dinámica materialista e individualista de donde nos es difícil escapar.

Algunos piensan que estoy creando una universidad paralela. Seguramente se equivoquen en cuanto a la perspectiva. Pero si por defender en el ámbito de mi trabajo, la tolerancia, el respeto, la honestidad, el compromiso, la diversidad, la voluntad... se considera crear otra una universidad, entonces no se equivocan en pensarlo.

Termino al revés de como comencé: ¿Habrá tenido razón Rousseau al afirmar que el hombre es bueno por naturaleza? ¿Es la sociedad la que corrompe la esencia pura y benévola del alma humana? ¿Cómo es posible que una sociedad compuesta de espíritus esencialmente buenos se corrompan entre sí? ¿No sería más riguroso decir que fueron las condiciones de vida, las exigencias que implica el tener que sobrevivir, las presiones impuestas por el poderío llamado ambición, las necesidades, la competitividad para poder ser alguien que se destaque, las que hicieron que las almas traicionaran su naturaleza?

NOTA: Todo lo bueno y lo malo es inherente al ser humano; no es que algunas personas sean buenas y otras, malas. Spinoza y Hume se dieron cuenta de que la mejor manera de contrarrestar una emoción negativa es tener una emoción positiva aún más fuerte.

¿Nos hemos olvidado los valores universales? ¿Dónde están?

martes, 3 de marzo de 2009

UNIVERSIDAD, EDUCACIÓN, UNIVERSALIDAD

Carmen está realizando su tesis doctoral sobre trabajo colaborativo. Está convencida que mediante este tipo de trabajo, cooperando y compartiendo entre muchos es más fácil progresar. Yo también estoy convencido de ello. Por eso le guío en su tesis, me guía, aprendemos juntos, opinamos, debatimos...

No cabe duda que las nuevas herramientas de internet, la web 2.0 y la web 3.0, están facilitado esta “democracia participativa” manifestada en comunidades de práctica, redes sociales, innovación abierta... Carmen, en la última entrada de su blog El péndulo en movimiento, se pregunta si es posible recabar el talento de las personas, que se comparta, y se ponga a disposición de la sociedad. Claro que sí, Carmen. Debe ser posible, aunque difícil.

Mira, hace unos días se celebró el Día de Andalucía y algunos medios de comunicación hicieron balance de la situación de nuestra región. Según explican los expertos, sólo hemos convergido unos tres puntos con respecto a España en los últimos treinta años. Hemos progresado, pero el resto de España también. Además, estamos en crisis, y Andalucía sufre la crisis más que otra región. Y dentro de Andalucía, la provincia de Huelva, nuestra provincia, no es, no ha sido, de las más dinámicas.

¿Qué nos pasa?

Muchas veces, cuando me encuentro con personas de fuera de nuestra región, hago un esfuerzo por analizarlas y me doy cuenta que no saben más que nosotros. Tampoco que trabajan más. Ni que sean más inteligentes. Pero en mi primera impresión sí noto que hay algo que los diferencia. Quizás sea el desparpajo o seguridad con que cuentan las cosas. Además, percibo que tienen menos miedo a emprender cualquier proyecto. Están más preparados para la acción. Y también tengo la impresión de que las administraciones públicas los apoyan en sus proyectos, o al menos les ponen menos impedimentos. Y muchas veces fracasan, pero lo vuelven a intentar. Quizás sea esta una debilidad nuestra. Y sé que desde la Universidad y desde la Administración andaluza se está haciendo un esfuerzo importante por mejorar esto. Pero algo falla.

Creo que es algo cultural, de valores.

Y en eso, la cuestión de la educación es fundamental. Fijémonos en Finlandia: ¿no pensáis que debe haber una correlación positiva entre la eficacia de su sistema educativo y el desarrollo del país? Finlandia fue capaz de superar la grave crisis económica de los noventa y convertirse en el país más competitivo del mundo, mediante medidas que tuvieron su base en el mejor sistema educativo del mundo, que hace que los ciudadanos finlandeses, en todos los ámbitos profesionales tengan una formación de primer nivel mundial que facilita que empresas, administraciones públicas, universidades y ciudadanos actúen como agentes de innovación.

Tenemos que ser conscientes que la inversión en formación y conocimiento es la más rentable desde el punto de vista económico.

Por otro lado, como dice el antropólogo y ensayista francés Marc Augé, las tendencias actuales son inquietantes, nos dirigimos hacia un mundo multipolar, pero en el interior de los países emergentes se está ensanchando el abismo entre ricos y pobres, entre instruídos y analfabetos. Lo que se perfila en el horizonte no es una democracia universal, sino una aristocracia global donde una minoría con acceso al conocimiento dominará a una masa pasiva, excluída del saber.

Por tanto, hace falta concebir una nueva ecología verdaderamente preocupada por el desarrollo en el sentido más amplio y que dé prioridad a la educación. Desde mi posición como profesor universitario, manifiesto que es necesario que en nuestro trabajo debemos transmitir conocimientos y valores a los alumnos y que, tanto estos como nosotros, podamos compartirlos con quién lo necesite, contribuyendo a hacer un pueblo, un país y un mundo mejores.

La Universidad de Huelva tiene una oportunidad enorme en este aspecto. Debe redefinir su propósito y ponerlo en valor. Posee las capacidades necesarias: una tradición humanista que no debe abandonar y una vocación tecnológica que debe seguir potenciando, junto a un entorno multicultural y con potencial de desarrollo. Yo pido trabajar por ello. Y también pido que os suméis. Juntos, podemos.

Esta es la universidad en la que creo. Como dijo Antonio Gala en alguna parte, o está en este mundo, que ha de ayudar a formar bien, o no está en ningún sitio.