lunes, 24 de agosto de 2009

¿QUIÉN DICE QUE EL DESEO DE HACER GRANDES COSAS POR EL MUNDO NO PUEDE SER UNA FUERZA IGUALMENTE PODEROSA EN LA CONDUCTA HUMANA?

Según el premio nobel Muhammad Yunus, una de las características más enraizadas en los seres humanos es el deseo de ayudar a los demás.

Por otro lado, el psicólogo Daniel Goleman señala que de las muchas variables que intervienen en el altruismo, el hecho de tener tiempo suficiente para prestar atención ha demostrado ser especialmente crítica porque, en tal caso, nuestra empatía aumenta y, con ella, también lo hace la probabilidad de establecer un vínculo emocional.

Pero desgraciadamente, el generalizado mal uso de las tecnologías, tan presente y necesario hoy día en nuestra sociedad, nos desconecta del contacto personal con amigos, colegas, familia y entorno, intensificando el aislamiento social. Una desconexión que proporciona la justificación perfecta no solo para no reconocer a los demás como seres humanos, sino para no advertir siquiera su presencia y tratarlos como meros objetos. En la medida en que la tecnología se apodera de la atención de las personas y la desvía hacia una realidad virtual, ésta acaba insensibilizándolas.

El simple hecho de prestar atención nos puede movilizar a la acción, pues parece que la probabilidad de prestar ayuda aumenta cuando prestamos la atención suficiente como para sentir empatía.

Salgamos de nuestro trance y hagamos actos “edificantes” (término con lo que los psicólogos se refieren al efecto que provoca en nosotros la observación de un acto bondadoso). La investigación realizada al respecto sugiere que este tipo de situaciones pueden ser contagiosas. En este sentido, tan sólo presenciar un acto bondadoso moviliza el impulso de realizar otro.