El
pasado 20 de mayo la Comisión Europea presentó su “Estrategia de la granja a la mesa en pro de un sistema alimentario equitativo, sano y respetuoso con elmedio ambiente”. Este documento no
ha sido fruto de un momento de inspiración, sino del resultado de un proceso y de
un replanteamiento de nuestro rol en el planeta tras los importantes y nuevos
acontecimientos a los que nos estamos enfrentando en los últimos años.
El
primero de ellos, tras la crisis económica anterior, fue la aprobación por la
ONU en 2015 del cumplimiento de la Agenda 2030, sobre los 17 Objetivos de
Desarrollo Sostenible (ODS); más adelante, a finales de 2018, la Estrategia
Europea por el Clima, en la que se persigue una Europa climáticamente neutra de
aquí a 2050, necesaria para luchar contra el Cambio Climático; y, finalmente, la
pandemia del COVID-19 que, si bien ha habido suficiente suministro de alimentos
en general, ha presentado muchos desafíos para el sector agroalimentario, como
interrupciones logísticas de las cadenas de suministro, escasez de mano de
obra, pérdida de ciertos mercados y cambios en los patrones de consumo. Esta
situación no tiene precedentes y la cadena alimentaria se enfrenta a más
amenazas con sequías recurrentes, inundaciones, incendios forestales, pérdida
de biodiversidad y nuevas plagas.
Con
este documento, la UE propone un cambio hacia un sistema alimentario
sostenible, que aporte beneficios ambientales, de salud y sociales, además de
mayores ingresos para los productores. El nuevo modelo se sustenta en tres ejes:
- Más justo: Garantizando un medio de vida sostenible para los productores; velando por que se garantice condiciones dignas a los trabajadores del campo; y asegurando la soberanía alimentaria.
- Más saludable: Velando por alimentos más sanos y seguros.
- Más ecológico: Promoviendo prácticas respetuosas con el medio ambiente y que atiendan a la biodiversidad.
Pero
hay voces, mayoritariamente organizaciones representantes de productores, que
están criticando esta estrategia que la ven como una amenaza para los pequeños
productores primarios porque consideran que no es posible alcanzar los
objetivos presentados para 2030:
- Reducción en un 50% del uso de pesticidas químicos.
- Reducción en el uso de fertilizantes (sobre todo N y P) en, al menos, un 20%.
- Más del 25% de las tierras agrícolas sean de agricultura ecológica.
Y
tienen razón si los modelos de producción y consumo se mantienen como hasta
ahora, penalizando la rentabilidad de las pequeñas explotaciones al aumentar
sus costes (laborales, de insumos y de control) y disminuir sus ingresos (fruto
de la apertura de mercados a países terceros y del poder de la gran
distribución).
Pero
si dejamos de pensar en el pasado y en como venimos haciendo las cosas, podremos
descubrir grandes y nuevas oportunidades en lo que se nos ofrece. Para mejorar
los estilos de vida, la salud y el medio ambiente, además de aumentar los
ingresos por la producción de alimentos. Así quiero que lo vean. Así lo veo yo.
Trabajando juntos en la construcción de ese nuevo modelo. Especialmente los
pequeños productores que, afortunadamente, todavía son muchos.
La
estrategia Farm to Fork es un nuevo enfoque integral sobre cómo los europeos
valoran los alimentos: desean disponer de ellos en cantidad y variedad, de
buena calidad y saludables, sin engaño, producidos en condiciones respetuosas
con el medio ambiente y de forma ética en el trabajo (Especial Eurobarómetro, Abril2019, Food safety in the EU). Incluso, a
medida que las sociedades se urbanizan más, quieren sentirse más cerca de su
comida, quieren alimentos frescos, menos procesados y producidos en su entorno,
para disminuir la huella de carbono.
Todos
los actores de la cadena alimentaria deberían verlo también como su
responsabilidad.
Presumiblemente,
la PAC haga propuestas legislativas para un sistema alimentario sostenible
antes de finales de 2023. Propuestas que estarán alineadas con la Economía
Circular, la reducción de la huella ambiental y del consumo de energía, la
reducción de pesticidas y exceso de fertilización, el incremento de la
agricultura ecológica, la lucha contra la pérdida de biodiversidad, el manejo
integrado de plagas, la intensificación de la información al consumidor y la
ampliación de la lucha contra el fraude alimentario.
Paralelamente,
la Comisión desea acelerar el despliegue de Internet de banda ancha rápida en
las zonas rurales y lograr el 100% de acceso para 2025, porque todos los
agricultores y todas las áreas rurales necesitan estar conectados a un internet
rápido y fiable. El acceso a Internet de banda ancha rápida, además de
facilitar la fijación de personas al territorio rural, también permitirá
incorporar y adoptar la Agricultura 4.0.
Por
otro lado, el sector retail, que da forma al mercado e influye en las
elecciones dietéticas de los consumidores a través de los tipos y la
composición nutricional de los alimentos que venden, elegirán a los productores
con los métodos de producción y prácticas agrarias mejor alineadas con estas
nuevas demandas. El sector minorista irá aumentando la disponibilidad y la
asequibilidad de opciones alimentarias más saludables y sostenibles para
reducir la huella ambiental general del sistema alimentario.
Mientras
que los estados preparan el terreno y el sector de la distribución traslada
aguas arriba las inquietudes de los consumidores, los productores deben hacer
el camino. Para ello, deben transformar sus métodos de producción rápidamente y
aprovechar al máximo las soluciones basadas en la naturaleza y la tecnología.
Estas soluciones requieren inversión humana y financiera, pero también prometen
mayores retornos al crear más valor y reducir costes. Adicionalmente, puede
ayudar a construir aún más la reputación de las empresas y los productos,
mejorar las condiciones de trabajo, atraer talento, otorgar ventajas
competitivas, ganancias de productividad y costes más reducidos.
Y
para conseguir modelos de negocio integrales y circulares para las actividades
de los pequeños productores agrarios, en sinergia con los objetivos e
iniciativas presentadas en virtud de esta nueva estrategia hay que apoyarse en
dos pilares fundamentales:
- La investigación y la innovación (I+I) como impulsores clave para acelerar la transición a sistemas alimentarios sostenibles, saludables e inclusivos y para desarrollar y probar soluciones, superar barreras y descubrir nuevas oportunidades de mercado.
- La formación continua y el asesoramiento, para lograr que los productores se conviertan en agentes innovadores y sostenibles.
¿Cuándo
empezar? Yo lo haría ahora.
;)