jueves, 16 de abril de 2009

CIENCIA Y ÉTICA

El filósofo José Antonio Marina, en un periódico, el 1 de marzo, decía que todo ciudadano tiene que saber responder a estas preguntas: ¿Necesitamos una moral común? ¿En qué podríamos fundamentarla? ¿Cuál podría ser su contenido? ¿Por qué deberíamos respetarla?

Dado lo mucho que entra en juego para el mundo en general, las decisiones sobre el curso de la investigación, el uso concreto de nuestros conocimientos y qué posibilidades tecnológicas deben ser desarrolladas no se pueden dejar en manos de los científicos, empresarios y los representantes del gobierno. Como dijo el Dalai Lama, es necesario que el público participe más en el proceso.

Los desafíos actuales son tan grandes y los peligros asociados del mal uso de la tecnología son tan globales que necesitamos una orientación moral que podamos utilizar colectivamente, sin dejarnos obstaculizar por diferencias doctrinales. Uno de los factores clave es una visión holista e integral de la sociedad humana, que reconozca la naturaleza fundamentalmente interrelacionada de todos los seres vivos y su entorno. Esta orientación moral implica conservar nuestra sensibilidad humana y dependerá de que nunca perdamos de vista nuestros valores fundamentales como el reconocimiento del gran valor de la vida y la comprensión de la necesidad de un equilibrio en la naturaleza.

Dada la realidad profundamente interrelacionada del mundo actual, debemos mantener el espíritu de unidad de la especie humana en su totalidad. Si no, observemos la tierra desde el exterior. Nos daremos cuenta que todos somos miembros de un misma familia y habitamos la misma casa. No merecen la pena ni los desacuerdos ni la agresión a este hogar.

Si deseamos construir un modelo de convivencia justo y aceptable para todos, debemos cumplir con valores fundamentales y comprometernos en la práctica con ellos.

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