jueves, 31 de diciembre de 2009

A MI MADRE

Queridos Reyes Magos:

Dicen que cuando estamos cerca de la muerte recordamos con más intensidad los acontecimientos de nuestra infancia. Y uno de los más recurrentes es el de la madre. He pensado en ello y creo que volvemos a lo que más nos importa. A los olores, los sabores, al recuerdo de la risa contagiosa y desprendida, siempre gratuita. Al amor de nuestra madre y su protección.

Quizás sea verdad que durante el embarazo se constituye un vínculo entre madre e hijo y que permite esa singularidad de amor y protección.

Todo lo que soy se lo debo a mi madre. A lo mejor no se lo muestro. Porque en este mundo de hoy, nuestra principal aspiración es “vivir nuestra propia vida”. Pero luego, al final, siempre volvemos a ella. Y la reconocemos. Según Sennett, nuestra identidad lleva implícita el relato de nuestra vida. Y esa vida no se puede concebir sin nuestra madre.

Tampoco me imaginaba la profundidad del amor de una madre por su hijo hasta que no lo he comprobado en el de mi mujer hacia los míos. Una madre siempre piensa por ella y por su hijo. He tenido que tener uno para saberlo.

Queridos Reyes Magos, a ver si puede ser que me traigáis lo que os voy a pedir. Para mi madre lo más bonito que podáis encontrar pues se merece todo y mucho más.

El mundo entero para mi madre.

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